El árbol pensó que las hojas le abrigarían para siempre, pero no fue así. El viento se las quitó y las zarandeó a su antojo, poniendo a cada una donde él estimo conveniente.
Cuando sopla el viento los objetos del escenario terrestre cambian su posición ¿aleatoriamente?.
El viento bajó las hojas para que yo pudiese pasear entre ellas. Ya las puedo tocar.
Ahora el viento se va y las hojas se van con él.
Extraña pareja: viene él, ellas le siguen en su trabajo. Y luego no lo pueden dejarlo irse.
ResponderEliminarEs un cuentecito, ¿no?
Je, je.. es lo que tienen los días como hoy...
EliminarSi, es un pequeño cuento ;)
Creo que el arbol aprendió, que nada es para siempre.
ResponderEliminarEsta quedando bello tu espacio Sonia, muy bello.
Un abrazo.
Muchas gracias :D
ResponderEliminarNos vemos!